La historia es rica en ciudades desaparecidas: ciudad engullida como la legendaria Ys, sepultada como Pompeya o Herculano, o destruida como Hiroshima o Nagasaki. Pero más escasas son las ciudades dormidas, petrificadas por la historia y que, poco a poco, se desmoronan. La Habana es de estas últimas, y se necesitaba la mirada afilada de un fotógrafo a la vez arqueólogo y artista para fijar para siempre sobre el carrete las huellas de esta parálisis fascinante. Desde hace cincuenta años, en efecto, La Habana no se ha movido y Ángel Marcos, como lo hicieran Marville o Atget, nos restituye, en una serie de imágenes deslumbrantes, la arquitectura de una ciudad cuyas fachadas, como en un decorado teatral, nos remiten a una ciudad fantasma. Jean-Luc Monterosso, “Un Apóstrofe Mudo” (Extracto)
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History includes a wealth of cities that have disappeared: cities that were engulfed like the legendary Ys, buried like Pompeii and Herculaneum, or destroyed like Hiroshima and Nagasaki. More rare are those that become dormant, cities frozen in history which decay steadily. Havana is such a city, and nothing more appropriate than the sharp eye of a photographer who is at same time an archaeologist and an artist, to seize forever on fi lm the traces of this fascinating paralysis. For fi fty years Havana has been standing still, and Angel Marcos, like Marville or Atget, presents us through a series of dazzling images the architecture of a city whose façades, like a theatre set, are evocative of a ghost city. Jean-Luc Monterosso, “A Mute Apostrophe” (Extract)
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