La Chute de Ícaro, nuestras esperanzas se derrumban, nuestros amores se pierden. En pocas palabras, Ángel Marcos trata de la desesperanza.
La mayor parte de este trabajo se ha realizado en Bruselas, capital al norte del Sur, que ha sabido conservar de su influencia española algo del barroco, de la desmesura interior.
Ángel Marcos pone a sus actores en situación de pareja, de familia, en donde lo cotidiano va dejando poco a poco su poso de hastío. Ella sueña con una gran historia, él mira el reloj. Él duerme, ella no está satisfecha.
En estas imágenes podemos percibir algo de la pintura holandesa: al mismo tiempo cuadros y escenas de género, todo ello envuelto en una luz que modela a la perfección los detalles más mínimos.
El juego y la forma contribuyen a unir realidad y ficción, el trampantojo se desdibuja. En un primer momento, las fotografías resultan atractivas...
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The fall of Icarus, our hopes crumble, our loves are lost. In short, Ángel Marcos deals with desperation.
This new work has been captured in Brussels, capital city in the northern South that has managed to conserve part of the baroque of its Spanish influence, of its interior disproportion.
Ángel Marcos stages his actors as couples, as families, where day-to-day events gradually leave their dregs of boredom. She dreams of a great story, he looks at the clock. He sleeps, she is unsatisfied.
In these images, we are reminded of Dutch paintings: at the same time, there are pictures and scenes of the genre, all bathed in a light that models to perfection the smallest of details.
The play and the form contribute in joining reality and fiction, the sleight of hand fades away. At first, the photographs are pleasing to the eye but they are soon to hurt by reminding us that...
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