Ángel Marcos

Ángel Marcos ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción /
El artista medinense ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción con un discurso en el que recuerda sus inicios con una cámara
08 / 05 / 2014 (Hasta: 30 / 11 / -1)

Ángel Marcos (Medina del Campo, 1955) ha leído su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, titulado \\\'Pájaros, muchos pájaros\\\', un texto en el que relata sus inicios en el mundo de la fotografía, cómo adquirió el vicio de captar lo cercano y sus personajes cotidianos a través de una cámara.

Haciendo memoria rescató paisajes urbanos y campestres de la Medina de los años setenta, «cuando éramos vitales e ingeniosos», e hico acopio de un ramillete de recuerdos, como el de los puntos acumulados en las tabletas de chocolate que consumía y que su madre canjeó por una cámara Nerasport de película en rollo de 127 en blanco y negro. «Tenía un símbolo para hacer fotos los días nublados, otro para los días soleados y nada más, pero suficiente para tener ganas de fotografiar».
En álbum de recuerdos que presentó a la nutrida concurrencia que acompañó su ingreso en la institución académica no faltó la mención a los fotógrafos de los estudios Foto Esperanza y Foto Montes que tanto misterio entrañaban para él. A partir de entonces se propuso junto a otros dos amigos dibujar el mundo a través de la fotografía, una afición que ayudó a consolidar la revista \\\'Nueva Lente\\\'. «Los portfolios que publicaban hicieron nacer en mí el entusiasmo por fotografiar de otra manera, por salir del arquetipo de la fotografía al uso, empeñada por entonces en refinar la técnica fotográfica ignorando el lenguaje», apuntó.
Con el paso del tiempo, las fotografías que salían primero de su imaginación y después del objetivo, se correspondían con acciones nacidas del dolor y del afecto. «Era como si la soledad de la acción me sirviera de ejercicio para ser un francotirador; escenificaba y construía las imágenes, no hacía fotomontaje».
Al dibujar el marco conceptual en el que se desenvuelve su idea de la fotografía, el artista tomó prestada una cita de Susan Sontang: «Conocer es, sobre todo, reconocer. El reconocimiento es la modalidad del conocimiento que ahora se identifica con el arte». A esta idea se aferró para explicar por qué la fotografía que ha venido practicando precisa decorado, tramoya, escenificación. «La gran mentira de la fotografía es a la vez la gran verdad».
Para ejemplificar cómo ha incorporado al territorio del arte incluso imágenes que «gritaban y herían» echó mano del díptico \\\'Paisaje nº 11\\\', una imagen que muestra a un galgo ahorcado de un pino y, al lado, la misma toma sin el animal. «Todo el inconsciente colectivo de la barbarie se mostraba ante mis ojos cuando, caminando por los pinares próximos a Medina, aparecía de repente un perro ahorcado; ese pinar, territorio de referencia en batallas y amores, además de proveedor de leña ha sido conquistado por la barbarie», explicó.
Ofreció otro de sus trabajos, \\\'Rastros\\\', para contar que en la periferia se halla normalmente lo excepcional. Unas bombillas olvidadas colgadas de unos árboles son la sugerencia de «un tiempo que fue», una oportunidad, dijo, «para hablar del territorio, de lo simbólico y de ausencias». Lejos de su intención hacer apología de lo extraño, «pero sí –matizó– evidenciar que la pulsión alimentada por leyendas, cotilleos, ritos y desasosiegos que me ha proporcionado un gran potencial de creación.
En otro repaso ilustrador de su trayectoria hizo parada en el proyecto \\\'La subversión íntima\\\', mostrado en la Bienal de Venecia en su 55 edición celebrada el pasado año. Para ello eligió los barrios de las Tudas y de la Mota, en Medina del Campo y trabajó sus escenarios. La foto que eligió es una en la que aparece la casa del Pandingui. «Hombre bueno que cuando hace buen tiempo se sienta en la puerta. Ya no vive allí, dentro habitan cientos de pájaros de su hijo. Durante el día este lugar es grato y se divisa el pequeño barrio; por la noche es como un apoteósico decorado que no se podría conseguir con imágenes de síntesis: es necesario vivir la experiencia para poder recrear un lugar que se le parezca».
Ante el público, Ángel Marcos contó cómo observando esa fotografía le invade el escalofrío de la incertidumbre, que solamente equilibra la severidad del encuadre. «En mitad del cuadro, una mancha blanca dibuja un hogar pequeño, la chimenea y la antena apuntan al cielo. Por esta chimenea es seguro que no puede entrar Papá Noel por Navidad, pero al menos sí que hay ventana para dejar los zapatos. Pero ¿qué hay dentro? pájaros, muchos pájaros».
El discurso fue respondido por aplausos de los asistentes, que dieron la bienvenida al nuevo académico. /


http://www.elnortedecastilla.es/20140130/cultura/angel-marcos-ensalza-pulsion-201401301914.html


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